
Crime Pays, el icónico álbum de Willie Colón y Héctor Lavoe lanzado en 1972, podría considerarse uno de los primeros precursores del hip-hop puertorriqueño debido a su narrativa, su enfoque temático en la criminalidad y su estética sonora, que evocan muchos de los elementos que hoy vemos en el hip-hop contemporáneo. Este disco de salsa no solo fue revolucionario en su tiempo, sino que trazó un puente entre la cultura de las calles, la vida de los inmigrantes y el imaginario del “anti-héroe”, temas que ahora resuenan fuertemente en el hip-hop. Esto siendo su primer trabajo colaborativo ya que en “The Hustler” de 1968 podemos empezar a notar un poco de este discurso en un trabajo meramente de Colón, en el cual participa Hector meramente como colaborador.

En “Crime Pays” tanto como en “The Hustler” se exploran historias de la calle, de personajes oscuros y marginales que sobreviven en un mundo de caos y crimen. Las canciones hablan de sobrevivir en barrios duros, donde las reglas del sistema no aplican y la vida muchas veces se ve determinada por la violencia y la desesperación. Este retrato de la vida del “bandolero”, con letras como en “El Malo” o “Qué Lío”, refleja una experiencia que más tarde sería uno de los pilares del hip-hop: la representación honesta y cruda de las luchas urbanas y las dinámicas de poder.
El enfoque en la criminalidad y la figura del gánster en “Crime Pays” puede compararse con la obra de artistas como Westside Gunn y Benny The Butcher, quienes han convertido sus álbumes en crónicas de la vida callejera, haciendo referencias a personajes criminales y utilizando una estética inspirada en películas como Scarface o The Godfather. Así como Colón y Lavoe construyeron un personaje de culto bajo los seudónimos “El Malo del Bronx” y “La Voz”, el hip-hop actual también crea mitologías en torno a figuras criminales o de la calle, glorificando y a la vez criticando este estilo de vida.

Musicalmente, aunque viven en la salsa, son discos que cuentan con elementos que en su momento rompieron con las convenciones del género, igual que el hip-hop lo haría más tarde con la música popular. Los arreglos de trombones potentes, la percusión intensa y los toques de jazz y funk que Colón introduce en sus producciones crean una atmósfera callejera y agresiva. De la misma forma, artistas de la talla de Westside Gunn o Benny The Butcher utilizan beats sombríos y minimalistas, junto con muestras de jazz y soul, para evocar una sensación cinematográfica que acompaña sus historias de crimen.

Las portadas también juegan un papel importante en la estética y narrativa de estos discos. La carátula de “Crime Pays” muestra al dúo con una apariencia mafiosa, similar a la de un gángster salido de una película de cine negro. Este mismo tipo de homenaje a los criminales ficticios o históricos es una constante en el rap actual. Westside Gunn, por ejemplo, ha convertido sus portadas en una extensión visual de su música, recurriendo a referencias culturales de mafiosos, criminales y personajes del underworld. Estos trabajos comparten la misma fascinación por el antihéroe y el gángster que vemos en el rap de artistas como Westside Gunn, Freddie Gibbs o incluso Pusha T.

Mientras que Colón y Lavoe cantaban sobre las luchas de los inmigrantes y los conflictos en los barrios de Nueva York, el rap puertorriqueño y otros géneros urbanos actuales siguen explorando esas mismas realidades, añadiendo una capa de ironía y crítica social. La dualidad entre el héroe y el villano, la glamorización del crimen y la representación cruda de la vida callejera son temas que han trascendido generaciones y géneros musicales.
En resumen, estos discos fueron pioneros al establecer las bases narrativas y estéticas que más tarde serían retomadas por el hip-hop puertorriqueño y global. Al igual que Westside Gunn y Benny The Butcher con sus referencias a la cultura criminal y sus portadas que rinden homenaje a mafiosos ficticios, Willie Colón y Héctor Lavoe forjaron una narrativa rica en imágenes del underworld, que sigue resonando en la música urbana contemporánea.