Skip to content

Piratería: Madre de la Cultura

febrero 17, 2025

Una vez que comprendemos el camino del artista y la creación de contenido, entendemos cómo la piratería puede afectar negativamente la distribución o las cifras de un producto, dificultando su sostenimiento. Sin embargo, de niños eso no importaba. Eso no existía, especialmente con una economía no tan favorecida como la mexicana.

Para muchos de nosotros, la vida podría haber sido muy diferente si no hubiéramos crecido sin acceso a música, películas, videojuegos, etc. Más allá de la televisión por cable, MTV siempre fue una buena opción, pero eso solo era la punta del iceberg. Queríamos más que escuchar “99 Problems” o “Can’t Tell Me Nothing” siete veces al día. ¿Qué más había?

Si, como la mayoría de los hogares mexicanos, no tuviste acceso a Internet propio hasta aproximadamente 2008-10, sabrás lo que significaba ser bendecido por aquellos antes que mantuvieron a flote el interés cultural de toda una generación.

Los tianguis fueron los que, por 10 pesos, nos acercaban lo que no teníamos a nuestro alcance: Demon Days de Gorillaz, Tony Hawk Underground 2 o el clásico: “Mix Rap y Hip Hop 2007”.

Para ser más concretos, enfoquémonos un poco en los juegos de Tony Hawk, que no solo nos ofrecieron grandes bandas sonoras (Aesop Rock, Rancid, Joy Division, Pete Rock & CL Smooth, Atmosphere, Ministry, etc.), sino que también nos guiaron hacia una estética particular. Creábamos a nuestro personaje con marcas que ni sabíamos dónde conseguir, pero todos queríamos esos tenis Adio con la camiseta de Independent. Era lo mágico: pasar un excelente rato jugando con amigos y descubriendo música en grupo, tema de conversación durante las dos semanas siguientes hasta que regresaba el tianguis para comprar el siguiente juego.

Otra de las opciones más comunes era la televisión por satélite con todo desbloqueado, comprada en tianguis conocidos por manejar mercancía robada. Esto nos daba acceso a la programación estadounidense y todos los canales mexicanos, una ventana enorme a lo que la producción audiovisual nacional podía ofrecernos, y una ventaja frente a otras personas de nuestra edad. Pasábamos noches alternando entre MTV, el cine erótico o Cartoon Network en su franja de [Adult Swim], sin decidir cuál nos gustaba más. Al final, todas nos dejaron algo.

Para quienes nacimos y crecimos en los noventa, experimentamos un cambio generacional y tecnológico. Internet, al pasar de lo primitivo a lo amigable, se convirtió en muchas cosas: adicción para algunos, escape para otros, y para nosotros, un abrazo de información.

Hablando en pleno 2025 y en el contexto socio-político actual, es evidente que vivimos en una era de información falsa, amarillista o simplemente mal informada, que aparentemente tiene el poder de mover masas e influir en ideologías de países enteros. Pero hace unos años, nuestra única preocupación era que el álbum que pusimos a descargar la noche anterior no fuera, en realidad, una porno mal titulado.

Limewire, Ares y uTorrent, Napster fueron los primeros amigos de quienes comenzábamos a descubrir música. Nos trajeron a lo que somos hoy: no solo consumidores, sino también productores musicales, creadores, artistas,  comediantes, escritores, etc. Infinidad de creadores han salido del mismo contexto. Y aunque seguimos utilizando torrents, no es por falta de dinero, sino por las limitaciones que imponen las plataformas de streaming como Netflix, Max, Spotify, Apple Music, entre otras.

Al tener catálogos completos a la mano, aprendimos no solo a escuchar discos, sino discografías enteras. Aprovechamos los fines de semana para ver tantas películas como quisiéramos, todo a un clic y con un par de virus de por medio. Era lo de menos, porque nada superaba las ganas de alimentar nuestra curiosidad cultural y entretenernos con algo más que novelas y pésimos contenidos en la televisión abierta.

Aunque no podemos negar que la piratería ha dañado más de lo que ha beneficiado (especialmente la piratería física, vinculada a problemáticas sociales como el narcotráfico y la violencia), fue la única forma que tuvimos para acceder a contenidos que el duopolio televisivo (Televisa / TV Azteca) nos negó. Nunca pudimos tener acceso a esos contenidos más que por medios externos, y comprar DVDs o antenas con tarjetas robadas era la mejor opción. Internet facilitó estos procesos, y aunque hoy en día seguimos utilizando torrents, ahora estamos en una posición en la que podemos apoyar a nuestros artistas de manera más directa: asistiendo a sus conciertos, comprando CDs/LPs (aunque vender discos ya no genera ingresos significativos como hace 20 años) o simplemente consumiendo sus contenidos de manera digital.

Lamentablemente, así como internet nos abrió puertas, también han limitado a las nuevas generaciones, quienes ya no hacen el esfuerzo por descubrir contenido. Los algoritmos comienzan a decidir qué debemos ver. El monstruo que es Internet hoy no lo vimos venir en 2010, cuando todavía lo veíamos como “solo una herramienta” y pensábamos que “solo estábamos descubriendo”. Fue un tiempo que muchos de nosotros preferiríamos haber permanecido, una nostalgia moderna que jamás regresará, pues ahora todo lo tenemos al alcance de un comando a nuestro asistente virtual.

Settings