
El día de hoy se cumplen 8 años del lanzamiento de Drunk, el tercer álbum de Thundercat, un trabajo que consolidó su estatus como uno de los artistas más innovadores y singulares dentro del R&B, el jazz-funk y el hip-hop alternativo. Si bien sus discos anteriores, The Golden Age of Apocalypse (2011) y Apocalypse (2013), ya habían demostrado su virtuosismo en el bajo y su enfoque vanguardista en la producción, Drunk representó un salto cualitativo en su carrera, expandiendo su audiencia y reafirmando su identidad sonora con un enfoque más accesible, aunque igualmente experimental.
A lo largo de 23 tracks, Thundercat, en colaboración con Flying Lotus y sounwave, teje un paisaje sonoro denso y vibrante. La fusión de funk, jazz, soul, pop psicodélico y hip-hop crea una atmósfera envolvente, en la que el bajo —su sello distintivo— domina con una fluidez hipnótica. Sin embargo, Drunk no es solo una exhibición técnica; es un álbum profundamente personal que navega entre lo absurdo y lo introspectivo, explorando temas como la soledad, el amor, la mortalidad y la desconexión en la era digital.

El álbum se desarrolla como una noche de excesos y reflexiones dispersas, con transiciones abruptas entre la euforia y la melancolía. Canciones como “Them Changes”, posee un inconfundible groove y su línea de bajo incesante, encapsulan el estilo distintivo de Thundercat, mientras que “Walk on By” (con Kendrick Lamar) introduce una vibra más sombría y reflexiva. Otras piezas, como “Show You the Way”, cuentan con la inesperada participación de leyendas del soft rock como Kenny Loggins y Michael McDonald, añadiendo un aire nostálgico y sofisticado que refuerza la versatilidad del disco.
Pero Drunk también se caracteriza por su excentricidad, tanto lírica como sonora. Temas como “Tokyo” y “Captain Stupido” reflejan el sentido del humor absurdo de Thundercat, mientras que cortes más introspectivos como “Where I’m Going” revelan una faceta más contemplativa. Esta dualidad hace que el álbum sea una experiencia única, a la vez ligera y profunda, caótica pero meticulosamente construida.

La portada del disco refuerza esta sensación de inmersión en lo surrealista. En la imagen, Thundercat apenas emerge del agua, con la mirada perdida, como si estuviera atrapado en una resaca emocional interminable. Esta representación visual complementa a la perfección el tono del álbum, que oscila entre lo divertido y lo inquietante, lo real y lo delirante.
Ocho años después de su lanzamiento, Drunk sigue siendo un testimonio del talento inigualable de Thundercat y una referencia obligada dentro del jazz contemporáneo, el hip-hop alternativo y la experimentación sonora. Su capacidad para desafiar las etiquetas y moverse con naturalidad entre géneros lo convierten en una obra única, un disco que sigue sorprendiendo y resonando con quienes buscan música sin límites ni convencionalismos.