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Cancer 4 Cure de El-P, un manifiesto distópico del hip-hop moderno

mayo 22, 2025

En 2012, cuando muchos daban por cerrada la era dorada del rap alternativo, El-P regresó con un golpe seco e irreductible: Cancer 4 Cure. No fue un simple comeback, fue una operación a corazón abierto hecha con cables rotos, sintetizadores oxidados y rabia digitalizada. El disco es ruido, pero no por descuido: es ruido con propósito, como un grito en una sala de aislamiento, como un sistema de defensa que rechaza toda forma de suavidad.

Desde el primer segundo de “Request Denied”, se entiende que esto no es un álbum que busca complacer. El-P construye un entorno sonoro que suena como si estuvieras dentro del sistema operativo de un gobierno colapsando: baterías industriales, capas de sintetizadores angulares, interferencias, estática, y samples manipulados hasta perder su humanidad. Cada beat parece una ciudad que se descompone lentamente bajo su propio peso. Esta producción no suena moderna; suena post-humana.

Lo notable es cómo Cancer 4 Cure logra ser simultáneamente un álbum conceptual y visceral. Mientras la estética evoca a novelas de ciencia ficción, lo que impulsa el disco es una carga profundamente emocional. La muerte de Camu Tao, colaborador y amigo cercano de El-P, se siente como un eco constante: el dolor se filtra por entre las máquinas, como si cada patrón rítmico fuera una forma de duelo traducida en código. Y no hay consuelo, sólo confrontación. La enfermedad, en este caso, no tiene cura, pero el proceso de narrar se convierte en resistencia. Siendo Camu Tao a quien se le dedica este disco y la voz que podemos escuchar al iniciar el disco, un bucle que dice: “You should pump this shit like they do in the future”, tomado de Tao e inmortalizado en “The Full Retard”.

Las letras de El-P no son fáciles. Funcionan como poesía encriptada: referencias tecnológicas, imágenes clínicas, sátiras políticas, paranoia urbana. En lugar de versos con moralejas claras, El-P lanza ráfagas de pensamientos como si el mundo colapsara más rápido de lo que puede hablar. “I was born in a city that never sleeps / Scraped knuckles, grime face, misanthropic creeps”, lanza en “Drones Over Bklyn”, y no suena a cliché, suena a bitácora de guerra. Aquí, cada línea parece venir desde la trinchera.

Pero Cancer 4 Cure no es un trabajo solitario. El-P supo rodearse de voces que ampliaran el espectro del disco sin diluirlo. Danny Brown, con su entrega maníaca y desenfrenada en “Oh Hail No”, suma caos al caos con una precisión quirúrgica. En “Tougher Colder Killer”, Killer Mike y Despot se suman a uno de los beats más duros del disco para entregar un retrato apocalíptico de la violencia institucional y callejera; fue también el punto de encuentro que sembró la semilla de lo que luego sería Run The Jewels. El punk de los versos, el filo político, la energía de asamblea en llamas, todo estaba ya ahí.

Y a pesar del sonido abrumador y la densidad lírica, hay una claridad ética en el disco. El-P no es un provocador gratuito; es un narrador que ha elegido el lenguaje del colapso para retratar una realidad demasiado cínica para el hip-hop tradicional. Cancer 4 Cure se planta en contra de la industria farmacéutica, el monstruo del estado, la vigilancia masiva, y lo hace sin panfletos, solo con distorsión, trauma y precisión quirúrgica.

Más que un regreso, Cancer 4 Cure fue un manifiesto. Un recordatorio de que el hip-hop abstracto aún podía ser subversivo, incómodo, transformador. Que el dolor no tiene que convertirse en espectáculo, sino en testimonio. Que el ruido, cuando nace desde el cuerpo, también puede ser una forma de sanar —o al menos de no rendirse.Este disco no se escucha, se atraviesa. Y si sales del otro lado, no eres el mismo.

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