
Con Perverts, Ethel Cain nos entrega algo más que un álbum: nos ofrece un ritual sonoro que explora las profundidades de la mente humana, las cicatrices del alma, y el peso del legado espiritual. En su segundo proyecto, Cain abandona las estructuras tradicionales de canción para adentrarse en un paisaje sonoro experimental que combina el Drone, el Dark Ambient y el Southern Gothic, tejidos con una narrativa visceral que enfrenta traumas personales, religión, y sexualidad con una honestidad implacable.
El álbum abre con una interpretación distorsionada de “Nearer, My God, To Thee”, un himno religioso que, en manos de Cain, se convierte en un lamento espectral. Este inicio no solo marca el tono, sino que también establece el propósito: Perverts no es un álbum diseñado para ser cómodo o complaciente. Es una obra que pide al oyente abandonar las expectativas, sumergirse en la incomodidad, y encontrar belleza en el caos.
Cada track en Perverts construye un mundo propio. En “Punish”, se explora el poder y la vergüenza, utilizando sonidos graves y profundos que parecen resonar en un espacio infinito. Aquí, el Drone se convierte en una herramienta de meditación: las notas sostenidas, los ecos persistentes, y los silencios estratégicos no son meros recursos musicales, sino un reflejo de la introspección. “Housofpsychoticwomn”, por su parte, utiliza texturas abrasivas y disonantes para evocar el aislamiento y la desconexión, mientras las letras fragmentadas pintan imágenes de cuerpos martirizados y almas atrapadas en su propio juicio moral.
Las referencias al universo de Silent Hill (del cual Ethel es fan) no son accidentales. El diseño sonoro del álbum evoca esa misma sensación de desorientación y melancolía, donde los espacios vacíos resuenan con ecos de lo que alguna vez fue. Los sonidos metálicos, los susurros inquietantes y las pausas calculadas crean una atmósfera que resulta a la vez opresiva y liberadora. Es un mundo donde los paisajes no solo se ven, sino que se sienten, un lugar donde los límites entre lo terrenal y lo espiritual se desvanecen.
El contexto personal de Cain, especialmente su crianza en un entorno bautista conservador, es fundamental para entender la carga emocional de Perverts. Las canciones están impregnadas de simbolismo religioso, pero lejos de ser meras críticas, son exploraciones de la ambigüedad moral y espiritual. Cain no solo desafía las tradiciones con las que creció, sino que las reconfigura en algo nuevo, algo que habla de reconciliación y transformación.
El Drone y el Dark Ambient, géneros a menudo asociados con lo impenetrable y lo frío, se convierten en manos de Cain en herramientas poéticas para el autodescubrimiento. Las texturas sonoras largas y sostenidas no solo sostienen el espacio, sino que lo llenan de significado. Las canciones no avanzan de manera lineal, sino que giran en torno a una idea, como pensamientos persistentes que nunca terminan de desaparecer.
Cerrando el álbum, piezas como “We” ofrecen un momento de contemplación más ligera, como si después del caos hubiera espacio para la aceptación. Es un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, hay una forma de encontrar luz, aunque sea tenue y efímera.

Perverts no es un álbum que se consume pasivamente. Es una experiencia inmersiva que requiere atención, paciencia y disposición para explorar los propios límites emocionales. A través de esta obra, Ethel Cain nos recuerda que la música no solo se escucha, sino que también se siente y se vive.
Para quienes busquen un álbum que los desafíe, los conmueva y los lleve a lugares que nunca imaginaron, Perverts es una experiencia ineludible. Cain nos demuestra que el Drone y el Dark Ambient pueden ser tan personales y conmovedores como cualquier balada, y que en los rincones más oscuros de la música también puede encontrarse poesía.